En términos de forma, la percepción de los tres volúmenes de la vivienda es sutil y precisa, ofreciendo una visual interesante y enriquecedora para quienes la visitan. El minimalismo se combina con texturas en la composición general. Destaca nuevamente la presencia de grandes puertas de acceso de madera, que se convierten en una identidad o firma del estilo de la arquitecta. En la fachada principal, la altura visual de estas puertas se equipara a la altura de las vidrieras, que alcanzan aproximadamente los 8 metros. Lo monumental adquiere relevancia una vez más y se convierte en un elemento determinante del diseño.

El paisajismo en este espacio no solo acompaña a la casa, sino que forma parte integral de su gramática. La fitotectura cobra importancia al garantizar la correcta implantación de elementos vegetales mediante un cuidadoso diseño y disposición, complementando así el edificio. El paisaje verde no es un accesorio, sino una palabra más en el lenguaje de esta casa. De manera similar, la piscina adquiere movimiento no solo a través de cascadas, sino también mediante texturas en su acabado, que se asemejan más a un espacio interior de la casa que al típico acabado de una alberca. Los andenes que rodean la piscina también se diseñan de manera no convencional, evocando los azulejos de antaño en lugar de un acabado común en áreas húmedas.